Trabajar con un fotógrafo profesional nos va a evitar muchos dolores de cabeza cuando tengamos que fotografiar objetos que haya que presentarlos para vender en un catálogo o una página web.
La iluminación, los fondos, las distancias, la exposición, y muchos otros detalles son los que conoce un fotógrafo experimentado. Nos va a ahorrar tiempo y mala sangre.
Aunque muchas veces el costo es alto, el resultado es enormemente más rendidor.
Para el día de hoy vamos a decir una cosa o dos sobre aquellos seres maravillosos cuyo único trabajo es apretar un botoncito y ganar fortunas de nuestros apretados presupuestos. O, al menos, eso es lo que la mayoría piensa sobre ellos ¿no es cierto?

Consideremos lo siguiente: tu empresa necesita imágenes para sus folletos y para su página web. Lo primero que se nos viene a la cabeza es "mi celular tiene cámara, y le compré una tarjeta de memoria…" o "para algo tengo esa camarita de chiqicientos megapíxeles!" (los megapíxeles tienen muy poco que ver con la calidad final de una foto, lo que verdaderamente importa es que tenga un buen lente, aunque ese es otro tema.)
Pero ¿sabemos sacar fotos, o simplemente ponemos la maquinita en automático y nos sentimos Robert Capa?
Es el momento de preguntarnos qué queremos para la empresa.
Los norteamericanos, en su infinita sabiduría, inventaron el slogan, que vendría a ser como los proverbios para pobres.
Cuando estamos en una situación de conflicto entre el cocodrilo en nuestra billetera y el sentido común que nos grita "¡Buscá un profesional! (Get a pro!)", debemos recordar la siguiente frase: "You gotta spend money to make money", que literalmente quiere decir: "Debes gastar dinero para hacer dinero".

Pensemos las cosas de manera lógica. Nuestra pyme es como nuestro bebé al que cuidamos mucho. Nos compramos una computadora decente, alquilamos una oficina en un edificio que da cierta imagen, usamos ropa de trabajo que proyecta confianza y credibilidad, contratamos empleados calificados y les pagamos razonablemente bien.
Pero nadie va a ver nada de eso, a menos que nuestra publicidad lo muestre de la manera correcta: a través del ojo de un fotógrafo profesional.
“Tengo un amigo que saca una fotos...”
Seguramente, tu amigo aficionado va a sacar las fotos en “automático”, casi como lo haría uno. No va a saber cómo encuadrar de manera sintáctica, ni la diferencia entre lo que hace un lente gran angular o un teleobjetivo, ni hará las correcciones de color que sólo un profesional puede.
El bendito ©Photoshop no va a ayudarnos cuando queramos hacer el milagro que esos ojos rojos, el reflejo del flash mal dirigido o una mala composición, simplemente desaparezcan.
¿Que un fotógrafo es demasiado caro? Entonces fijate cuánto le cuesta a la empresa perder clientes por falta de una imagen apropiada. De hecho, incluso nuestros mejores amigos vacilarían en contratarnos si vieran fotografías que son solo un poco menos que impecables.
Hoy la fotografía profesional es el estándar para entrar en el juego.
No es garantía de que vamos a ganar, pero sin duda nos pone a la altura de los demás jugadores.

Todas las ilustraciones © Martín Larre 2009
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